El nuevo año ha arrancado hace nada, sin embargo, en el recuento del 2021 (que debí escribirlo hace ya días) me quedaron varias lecciones de vida. Más allá de la capacidad de narrar rápida o lentamente (que ahora entiendo que puedo escribir 123,000 palabras en 60 días) se pusieron a prueba mis creencias sobre tantos tópicos, también se reconfiguraron mis sueños, así como expectativas en general. Al final de ese proceso de cambios (que siempre está vigente tan solo que modifica su intensidad) crecí como persona, pero en el camino se quedaron seres amados (aprendí a sobrellevar el dolor de la pérdida). Quizá debí hacer un homenaje a ellos de forma específica, aunque finalmente decidí que el homenaje siempre estará en todo aquello que compartí, los libros dedicados, los momentos que jamás se irán de mi corazón.

A veces me parece que los escritores solemos tener un complicado punto de impacto emocional cuando el mundo (como ha ocurrido en estos dos años) entra en caos, porque nuestra creatividad está enlazada a los eventos que ocurren a nuestro alrededor. Desapegarse es un reto constante para poder trazar líneas narrativas variopintas. No es nada fácil sumergirse entre letras de optimismo cuando las calles destilan muerte, desesperación y agobio. Sin embargo, los escritores también poseemos una fuerza que nos impulsa a romper esos estandartes de abrojos, porque necesitamos construir unos nuevos que estén impregnados de posibilidades de gestar sonrisas.

Escribir es y será mi escape. En unas ocasiones suele ser un viaje placentero, otras, no tanto. Espero contribuir a formar parte de esos pequeños caminos de bienestar que ustedes, mis lectores de novela romántica contemporánea, pueden elegir transitar para saltar de la realidad al mundo de posibilidades con un final optimista. Me parece impresionante cómo un libro, una historia o un personaje, logran impactar en la vida de las personas, cambiar su día, poner una sonrisa o provocar solaz.

Sé que podría ahora mismo estar trabajando en una corporación (quizá lo haga en un futuro), pero de momento continúo con mi vena testaruda pulsando a mil y quiero estar un tiempo más detrás de las trincheras de las letras. Tengo tantas historias por contar, tantos escenarios por describir, que la idea de dejarlas tan solo en simples proyectos, me aflige. No sé cuántas novelas más pueda escribir, 30 – 100, quién sabe, lo que sí tengo es la certeza de que en el 2022 voy a continuar compartiendo estos mundos fantásticos, que llegan a mí, con ustedes. Después de la tormenta llegará la calma, porque no se puede vivir siempre en constantes tumbos. Anhelo la calma para el mundo, y mientras esta llega, solo queda escribir.

¡Estoy preparando nueva historia! =)  Espero que la disfruten tanto como lo han hecho con mis 31 libros previos que están distribuidos en todas las principales plataformas. Si quieren leerme en papel, por favor, háganlo en Amazon.

Nos seguimos leyendo. Gracias por unirse a mi aventura de leer historias con finales felices. Merecemos alegría y qué fabuloso que los libros contribuyan a ello.

¡Besos desde Ecuador!

 

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