Continúo (si me pongo a divagar, me avisan eh, con confianza). La novela a la que me refiero es: UN HOMBRE DE FAMILIA. En ella, existe una historia secundaria y es la de Bethany, la mejor amiga de la protagonista. Una mujer con muchas inseguridades sobre su sexualidad y rodeada de un entorno que no muestra empatía hacia aquellos que van contra los esquemas «normales». (¿Qué es normal? Ni yo lo sé… Pero así estamos). A medida que avanza la novela, lo que intenté hacer fue -muy superficialmente- rescatar las frustraciones, miedos, esperanzas y sueños de esta mujer tomando como referencia entrevistas que vi online y documentales. Me habría gustado profundizar, pero como era un experimento literario y era la primera vez que trataba el tema, pues traté de ser lo más respetuosa posible y también dándole un final optimista a Bethany.
Los comentarios de que la historia de Bethany no tenía nada que ver con la historia central empezaron a llegar. Lo que me hizo cuestionarme un par de asuntos:
a) ¿Son realmente «liberales» e inclusivas las lectoras de novela romántica o son más bien conservadoras que pretenden ser mente abierta? La respuesta, me parece, va en la última parte.
b) ¿Por qué habrían de decir que una historia está de más cuando lo que hice fue intercalar un hilo narrativo con otro? Al mismo tiempo busqué brindarle la oportunidad de que fuese una información adicional. Si ofrezco menos información, se quejan; y si ofrezco algo adicional, también. La próxima de pronto solo publico el título y que las personas se inventen la historia a placer. Digo… ya que estamos…
En conclusión. Las lectoras de novela romántica no poseen una mentalidad abierta. ¿Que por qué generalizo? Bueno, porque no he hecho un censo intelectual de la población mundial, así que se aguantan este detalle. Gracias.
La lectora romántica, por defecto, es eminentemente tradicional en su forma de concebir los hilos románticos de una novela. Salvo que el libro contenga explícitamente que va a existir una inclusión del colectivo LGBTI+ como aviso (casi que parental advisor) entonces lo consideran «extraño», «fuera de contexto», blablablá.
No es de sorprender entonces que moleste la infidelidad -antes del matrimonio- en uno de los protagonistas (en la vida real se da tantas veces en tantas circunstancias). ¿La excusa de la incomodidad lectora al respecto? Que ya se tiene suficiente estrés «real» para agregarle un poco más en el «plano fantasioso», y que para eso no compran novela romántica. Quizá tienen razón.
Lo tradicional no tiene que ver con la clase de sociedad en la que vivimos, ni de estar en la era tecnológica, ni mucho menos con el empoderamiento femenino y otras hierbas del campo. Lo tradicional en la lectora de novela romántica está relacionado a las expectativas y fantasías personales sobre lo que «debería ser» y cómo «querrían experimental» el proceso del enamoramiento; el cortejo; el modo en que se reacciona, se enamora… Esa necesidad de control y fijación de los estereotipos. Sí, señores, ¿para qué ponernos la venda?
Podemos estar en el siglo XXI o en el siglo de Futurama, pero siempre, siempre, se pondrá en la novela romántica la expectativa, los estereotipos, las fantasías, miedos, ilusiones, esperanza, y sueños que, en la vida cotidiana, quizá no son posibles. Por lo anterior, trazar una línea alternativa narrativa en la que el romanticismo se aplique a una persona del colectivo LGBTI+ o no es bien visto o simplemente «está de más en la novela». O bien está enteramente encasillada la historia como LGBTI+ Gay, Lesbiana, etc., etc., etc., (ya saben para no confundirse con el producto… WTH) o las quejas empiezan a llegar porque no logran asimilar en el imaginario romántico personal que la correlación entre el amor y la sexualidad no tiene por qué ser ni exclusiva ni excluyente.
¿Volveré a escribir una novela con un hilo narrativo así de arriesgado? No. ¿Por qué? Porque ahora comprendo (siempre se aprende en esta vida algo) que el imaginario de expectativas del amor tradicional es más fuerte que la apertura a brindarle la oportunidad a otras realidades para formar parte de los subgéneros «clásicos» de la novela romántica.
Si están interesadas en conocer la breve historia de Bethany, además del hilo central del libro, aquí dejo el enlace de UN HOMBRE DE FAMILIA
Los leo.
Xoxo,
K.R.
Nooooooo, ¿por qué no lo vas a intentar de nuevo? Si la historia te lo pide tienes que dárselo. Además, salen excelentes novelas de esas tramas y como tú dices, es parte de la vida real, es romance. Peor para mí son las novelas de agresiones físicas y psicológicas a la mujer, esas sí las aceptan y hasta puedes ver como se excitan con ellas. Yo creo que cada autor debe ser honesto consigo mismo y con sus personajes, ellos encontrarán el público al que pertenezcan.
Cuando la escriba será enteramente una novela LGBTI+ y con un seudónimo. Me ahorro el
estrés y puedo ahondar en el personaje, su psicología y entorno de manera más “libre”. Gracias por pasarte, Jonaira! Muak.
Soy una de las que piensa que la historia de Bethany estaba medio «descolgada» de la trama central, No por su condicion sexual sino porque era medio «desconocida» dentro de la historia central. Era una amiga que hablaba por telefono y nada mas. He leido libros donde se cuenta la historia de personajes secundarios , pero estos normalmente viven juntos , son re amigos y hacen cosas juntos, etc. Son como mas ‘presentes» en el desarrollo de la historia principal y hace que el lector tenga mas ganas de saber de ellos.Bueno, esa es mi opinion respecto a ese libro.
Gracias por opinar! 🙂
Era una historia paralela. No descolgada
Besazos y gracias por leerme.
Comparto mucho de lo que dices y todo lo reduciría a la «doble moral del ser humano». Hablamos de tolerancia pero siempre y cuando sea algo que no afecte nuestro entorno.
Si tengo que definirme como lectora de romántica lo haría llamándome liberal, no me molesta leer sobre la comunidad LGTB+ siempre y cuando sea tratado de forma real y con respeto.
Yo creo que el respeto al tratar ciertos aspectos del ser humano es importante. Gracias por dejar tu opinión, Sonia. Abrazos.