Llevo ya varios años en el oficio de escritora (oficialmente desde el 2014, aunque empecé a escribir a fines del 2012 y publicar a fines del 2013). Creo que podría escribir un libro sobre mi experiencia, pero tengo pésima disciplina para contar mis propias vivencias y por eso prefiero narrar las ajenas: las de mis personajes. Eso es más entretenido, menos comprometedor y liberador. Sí, claro que lo es.
En este camino he conocido muchas, MUCHÍSIMAS, personas. No solo on-line, sino también personalmente. Algunas han sido sorpresas increíbles (siempre mis lectoras), otras, no tanto (escenarios variados). También he vivido decepciones, ¿quién no? Así que, he tomado la decisión de contarles brevemente un resumen o extracto de las ideas principales sobre mis impresiones.
a) Cuando no tienes nada publicado y sabes que posees un buen material, la primera idea es darlo a conocer. Encuentras un sinnúmero de información por la red. Grupos, promotores y otros escritores, aunque estos últimos tienen un ítem especial más adelante. Mi primera experiencia de contacto fue con el blog Escribe Romántica, y del que ahora soy co-administradora. Gracias a este grupo comprendí varios aspectos de la autopublicación y me enganché a la idea. Conocí a quienes considero mis amigas virtuales: Helena Moran-Hayes, Jonaira Campagnuolo y Sianny Arguedas. Seguimos en contacto siete años después de que las conocí. Las tres constituyeron un pilar importante para el inicio de esta aventura y les estoy agradecida. Siempre será así. Por la guía, la amabilidad, la amistad. Son aspectos inigualables, y cada una aportó de forma diferente, pero valiosa. Creo que tuve mucha suerte, y también gran capacidad de elección, porque existen muchísimos grupos y blogs, no todos son serios y no todos valen la pena. Aprendan a elegir en quiénes confiar sus dudas; mi gran sugerencia.
b) Si no confías en tu trabajo y su calidad (honestamente, a veces escribimos burradas cuando empezamos estos procesos creativos, así que seamos sinceros antes de defenderlo frente a otros o llamarnos «escritores». En serio, resulta arrogante y ridículo), entonces te sugiero que pienses muy bien antes de negociar un contrato editorial. La desesperación «se huele», y eso implica que, si no tienes claro lo que quieres, y no estás segura de la valía de tu manuscrito e historia, corres el riesgo de hacer una mala negociación y entregar todos tus derechos «por nada». ¿Me siguen la idea? Qué bueno.
c) La mejor publicidad empieza por tu manuscrito: una buena portada, una excelente narrativa y la clara idea del tipo del público hacia el que la diriges.
d) Muchísimos escritores que tienen ya una reputación en el mercado de la auto-publicación no siempre van a ser los mejores aliados. Por lo general, creo que sucede mucho en España y Latinoamérica, existe un egoísmo descomunal y egos desmedidos. Cuando pides ayuda, no la recibes. Algunos autores de mente limitada creen que ayudar a otro autor emergente (porque a los que tienen un nombre consolidado lo ayudan sin pensárselo, eh, ya saben la frase «amor con interés») implica que su mercado de lectores va a disminuir. ¿Se imaginan tremenda estrechez de visión? El ego es más grande a veces que el talento. No caigan en esos errores, si quieren ser escritores ayuden a otros, hay suficientes recursos y lectores para todos. Los lectores no buscan un nombre, sino un estilo narrativo con el cual identificarse y que, una vez que le toman aprecio, lo asocian con el nombre del escritor.
e) He tenido la suerte de conocer colegas escritores (de diferentes géneros literarios) que son las excepciones de la regla: ayudan a promover, comparten experiencias, intercambian contactos e incluso tienen la gentileza de ofrecer consejos. Me siento feliz de que sean tanto de Europa como de América Latina. A ellos, siempre gracias, en especial a uno de los que ha partido de esta tierra, Enrique Laso.
f) Las buenas editoriales se preocupan de que el escritor reciba las regalías a tiempo, no te someten a contratos draconianos y aceptan tu estilo narrativo.
g) La extensión de las novelas no es previsible, al menos no para mí.
h) Muchos quieren aprovecharse de los escritores y su obra, no solo novelas, sino incluso en pequeños artículos. Defiendan su trabajo. Si quieren algo, pues que paguen. El trabajo de un escritor es tan valioso como cualquier otro. En la cadena de la producción es estúpido que siempre sea el autor el que menos ganancia recibe. Se benefician todos: diseñadores, maquetadores, publicistas, productores, editoriales, distribuidores, todos llevan una tajada… menos el que debería estar en la punta de la pirámide de ganancias: EL CREADOR DEL CONTENIDO. Es una verdadera mierda, pero si no hacemos valer nuestros derechos y valía (cada cual en su mundo, campo y espacio profesional) nada va a cambiar.
i) No todas las novelas tendrán los mismos efectos en ventas. Sin importar qué tan bueno o malo seas. Hay libros que «funcionan» y otros que simplemente no lo hacen. Hay que continuar, jamás dejar de producir.
j) Finalmente (aunque me queda mucho en el tintero por decir), cualquier forma de publicación es válida.
Te invito a leer mi más reciente novela EL PLACER DEL ENGAÑO. Espero que te guste, y si no es así, ya sabes que opciones de novelas hay, por millones 😉 Aquí el booktrailer: https://www.youtube.com/watch?v=7msDSGnExtg
Cheers,
Kristel Ralston.