A pesar de que trabajamos con la imaginación no dejamos de estar rodeadas por la palpitante realidad y con ella todos los bagajes emocionales-culturales que poseen nuestras lectoras alrededor del mundo. Ningún lector leerá una novela de la misma forma que otro, ni lo influenciará o conmoverá a tiempos o profundidades similares.
He leído de manera constante la exigencia de una literatura romántica más diversa, con menos estereotipos, con tramas más inclusivas, y con personajes que representen más fielmente la constante evolución social que se vive en el ámbito de las citas y relaciones sentimentales. Estoy de acuerdo con esta postura, por supuesto, y por ello considero importante resaltar el papel que jugamos las escritoras del género romántico. No se trata solo de escribir porque nos place, porque necesitamos «sacar» aquello que palpita en nuestro pecho, y cerebro, por convertirse en una historia de principio a fin, porque queremos hallar la manera de vivir de la literatura. No. Va más allá de eso, porque como narradores tenemos (lo queramos aceptar o no) un compromiso con la sociedad, un compromiso con el lector, un compromiso con nosotros mismos desde el preciso instante en que nuestras letras se transforman en libros y son distribuidos (en cualquier formato).
Primero. La responsabilidad más importante consiste en proporcionar un buen trabajo (manuscrito). Nadie quiere pagar por un manuscrito sin pie ni cabeza.
Segundo. Encasillar lo que escribimos bajo el subgénero romántico correcto. No se trata de vender un libro bajo una categoría falsa con la finalidad de obtener regalías; no solo es deshonesto, sino falto de parámetros justos de competitividad en el mercado.
Tercero. Si escribimos YA (Young Adult) consideremos que quienes (usualmente) leen este subgénero son adolescentes con una mentalidad voluble y con carácter en formación. Darles a entender que un novio que las maltrata, las veja públicamente o las humilla de cualquier manera, es perfecto solo porque resulta guapo, exitoso o porque posee cualidades encantadoras (con o sin dinero), es digno de una segunda oportunidad o de considerarlo como un ideal del amor, no solo es incongruente, sino una estupidez. ¿Cómo queremos combatir la violencia de género, si en los discursos narrativos la justificamos «por amor»? Absurdo por completo.
Cuarto. No me van aquí a decir que «la imaginación es libre». Ya eso lo sabemos. Sin embargo, la escritura consciente no es libre. ¿Por qué? Porque el autor o autora tiene muy en consideración su público objetivo cuando está escribiendo, no existe ingenuidad en este aspecto, así que no nos engañemos. Por eso, cuando un escritor coloca un libro sin advertencia previa de su contenido está siendo irresponsable.
Quinto. Sí, entiendo que los escritores no somos educadores, ni responsables de lo que ciertos individuos leen, pero sí somos responsables de hacer una buena historia que no incite a creer que la violación (no existe justificación), el abuso verbal o físico, se puede perdonar porque resulta que existe el amor entre el agresor y la agredida. Eso no es amor; eso es violencia y debe ser condenada. ¿Cómo es posible que la heroína de un libro se quede al final con su secuestrador/violador, porque lo termina amando y perdonando, porque es guapo y porque entiende «que es así»? Por favor, eso es enfermedad, y para eso necesitan un psiquiatra, no sé si las autoras, pero de seguro las víctimas de violencia de género se sentirían ofendidas por esa clase de narrativa.
Sexto. Existe una categoría de novela erótica y novela romántica erótica. La primera es solo sexo per se, punto; carece de importancia si tiene o no amor de por medio. La segunda, sí tiene una trama que justifica las escenas eróticas.
Séptimo. Los estereotipos no dejarán de existir, porque, el ser humano posee la intrínseca necesidad de utilizar referentes para comprender el comportamiento de sus pares; requieren encasillar las situaciones, vivencias y personajes para asimilar el desarrollo de sus circunstancias de vida cotidiana y poder sentirse identificados. El asunto está en transformar esos estereotipos en unos más acordes a la realidad.
Octavo. Sobre los romances interraciales, pues es problema de cada escritor si quiere o no utilizarlos. ¿No les parece? Nadie está obligado a ello, y no por eso dejan de ser discriminatorios, simplemente es el gusto de cada cual. Hay un abanico de opciones de escritores que abordan estas temáticas románticas y son geniales; otros, no lo hacen, o bien porque no están habituados o bien porque no les da la gana.
¿Qué estereotipos en la novela romántica quisieran mejorar o cambiar?
¡Las leo!
Cheers,
KR.
Muy interesante tu disertación, y estoy completamente de acuerdo contigo, en que algunos temas pueden llevar un mensaje negativo al lector joven e influenciable.
Coincido en que los autores deben ser conscientes de esto y por lo tanto educar y edificar de alguna manera con sus novelas.
Instruirse bien antes de tratar ciertos temas, ya que pueden confundir o desinformar.
Te felicito Kristel por tu blog, muy edificante.
Gracias por leerme, Susana. ¡Un abrazo!